Lectura en voz alta rodeada de notas

Mujer, caída la noche…

En el sumiso ambiente de su fragil cuello alrededor de sus cabellos encontraras los flecos que sostienen el marco de su alma, palomilla desnuda entre las olas negras del mar del extremo norte , entre los más afables pasajes envueltos por los textos de los sentidos que le observan con desconcierto , narrándole historias reservadas, palabra tras palabra y sonrisa tras sonrisa a través de sus dulces  labios, en sus manos las formas medievales excéntricas, curiosas formas que invitan a tomarle para llevarle hasta el final del camino, para cuidarle, estas formas se convierten en fotografías para un álbum que dice que aparecerás cada noche entre las nubes, impasible, radiante, ansiosa de beber del lago entre las montañas  en compañía, entonces te escoltare, te bajare para tenerte por un instante, sin condiciones , puesto que no eres de aquí, frenare el tiempo, como si el cosmos se acabase en el siguiente capítulo, y se hundirá en la mirada de sus ojos negros y allí se quedara para siempre, perdido, deslumbrado, ya no tiene caso intentar salir, alejarse, hora tras hora minuto tras minuto, se hará indispensable, pero ya no tiene caso que lo intente,  porque bajo la tormenta de su tormento se encuentra, no hay resguardo que le permita no merecerle, aun bajo las piedras se esconde su forma, y esta se desvanecerá entonces como el sol en el frio crepúsculo que marca la hora de su partida, entonces entre sombras quedara, se sentirá culpable, sabiendo de antemano las circunstancias, y querrá volver el cielo al revés para arrancarle de entre si los ambientes de su apariencia, de su nebulosa, pero tal idea se esconderá, entonces retornara para buscar el antídoto que ella  esconde entre su mirada, entre el sutil silencio , entre la fría y oscura  condensación de su cabello, entre su fresca piel, entonces ingresara a sus ideas macabras y al marco de su alma que se sostiene de esos flecos en su frágil cuello…

Leonardo A. Arias